sábado, 30 de julio de 2011

Actores principales

Está, de nuevo, en la barra del bar. Mientras conversa sobre la emigración, el sentirse extranjero, eso de encontrar en otra ciudad y en otra gente tu propio espacio, mientras habla con determinación sobre lo bueno y malo que tiene ésta u otras ciudades, e intenta aparentar seguridad cuando en realidad nunca ha tenido nada claro, se pregunta si no estarán todos actuando como si fueran personajes de una ficción, personajes que no hacen más que atenerse al papel que se han impuesto, si no pudiera ser este bar el mejor de los escenarios donde cada uno muestra lo que siempre ha querido ser, si no pudiera ser éste el papel de su vida. Luego mira a la chica que tiene enfrente, que por un momento parece comprenderle, se sonríen, y se sigue interpretando.

miércoles, 27 de julio de 2011

Nueva poesía

Hace años jamás me hubiera imaginado escribiendo poemas. Hace un año tampoco. Hasta hace seis meses lo hacía por obligación, a desgana. Y hoy ya he escrito un primer poemario y en mi cabeza ebullen poemas que se manifiestan sin pedir permiso, casi a cualquier ocasión que se le antepongan. Creo que esto me conduce por dos vertientes positivas, una, la posibilidad de incorporar giros y recursos a la prosa que habitualmente hago con el fin de enriquecerla (ahora que llevaba un tiempo enquistado, sin grandes sobresaltos), y la otra y más importante, el hecho de poder expresarme mediante la metáfora. Se me abre un mundo mucho más hermético e interior, una opción también para decir lo que siempre quiero decir, solo que de otra manera. Y lo cierto es que lo estoy disfrutando muchísimo. Ojalá me dure.

viernes, 22 de julio de 2011

El cubo de Rubik

Cuando acertó a ordenar cada uno de los cuadrados, eran las manos las que se habían desestructurado.

domingo, 17 de julio de 2011

Ciao Valencia

Adiós Valencia, hasta siempre. Ha sido bonita nuestra relación, que iba para cuatro años. Luego todo se ha precipitado de un mes para el otro. Cuando volví del impasse de Barcelona ya parecías diferente, la gente como más adulta, yo un niño queriendo recuperar un trozo de su infancia. Y casi sin quererlo, nos hemos ido distanciando poco a poco, hasta no reconocernos, hasta odiarnos. Me falló la gente, ese ente abstracto, y los odié, me falló el amor y lo odié, me falló el trabajo y lo odié, y al final he terminado odiándome a mí mismo. Hay amores que matan, y el nuestro me estaba matando. Por eso me despido, porque por primera vez, estoy convencido de que ha llegado la hora de partir.

Recuerdo ahora mi primera vez, las calles como queriendo impresionarme, ese Gulliver a punto de levantarse, los trabajos para salir del paso, el triángulo Cedro-Honduras-Xúquer, recuerdo pasear con Ascen sus avenidas, descubrirnos el uno al otro, su casa, su cama, sus cuadros que parecían querer decirme algo, las noches escribiendo relatos y creyendo que algo podía salir de ese teclear maldito. Recuerdo el grupo literario, sus manos amorfas meciendo mis letras, recuerdo la gente hablando de autores para explicarse a sí mismos, mi grupo más fiel en realidad. Los quiero porque ellos no lo saben y no pienso decírselo. Recuerdo el Basket, el balón que escupía el aro y ese grupo de chavales queriendo ser menos malos. Recuerdo también que sabía jugar al fútbol y que el tiempo me dejó recordarlo hasta que el tobillo me gritó "¡Viejo!". Recuerdo la empresa, o mejor, una idea para ganarnos la vida, ese jugar con la sonrisa de un niño, esa fidelidad con lo que siempre fuí, recuerdo sacarle las tripas al verano, Maribel cantando canciones y enseñándome a sobrevivir disfrutando cada gesto, a buscar en cada persona un trozo de mí, recuerdo a Sergio atacar osos en poemas y recordaré sus ojos mirando a su hija, quizás la única vez que he entendido eso que llaman paternidad, recuerdo a los chicos y a las chicas, a Caro tomándose algo conmigo en la mesa de un bar, que era como la tumbona de la psiquiatra, los poemas de servilleta, su idilio con el mundo, su pasear en alpargatas. Y recuerdo a Sandra mucho más de lo que querría, un torbellino de menos de veinte años que me hizo recordar que estaba vivo, su manera de entender el mundo que parecía un calco del que un día fuí... quizás por eso igual que me entregó su mundo a cambio de nada, un día volvió para quitármelo, porque yo ya era un viejo y no el niño que fuí, y era injusto engañarle fingiendo lo contrario, además, cómo enfadarse con una sonrisa así, ¿cómo negarle su antojo? Recuerdo a Ampi y a Rak que estaban antes que nadie y se irán las últimas, porque un día llegaron para quedarse y se ganaron ese privilegio, las recuerdo niñas y las veo mujeres y no quiero que las toque nadie que yo no quiera que las toque, les recuerdo también que estaré en sus bodas, que cantaré todavía una canción de amor, que volveré para hacer el ridículo... Recuerdo esto y mucho más, pero es tan nuevo que todavía me acompaña y no parecen siquiera recuerdos.

Demasiados motivos para negarles su excelencia. Archivarlo y darles carpetazo sería una niñería. No, Valencia es mía y me pertenece de alguna manera. Me he ganado el derecho a regresar cuando quiera y disfrutar de su presente. Su gente, su aroma a pólvora, sus bares... forman parte de mí. Sería un necio si le dijera adiós y no me reservara este hasta luego. Sé que nos veremos, Valencia, tarde o temprano, que seremos felices nuevamente. Eso será en un mes, un año, una noche cualquiera, quién sabe... pero vamos a cambiar el dicho, sí, y a partir de ahora, al lugar donde has sido feliz siempre has de tratar de volver.

jueves, 14 de julio de 2011

Maneras de revivir

Vivía evocándose, sumergido en el pasado. Así, al futuro, que era hoy, lo trataba con languidez, y al pasado mañana aún no le había buscado nombre.

lunes, 11 de julio de 2011

El hombre sin fin

De tanto explorar sus límites, se fue difuminando hasta quedarse sin contorno y, suspendido en medio de todo y de nada, ni siquiera era capaz de reconocerse.

jueves, 7 de julio de 2011

Desamores de barra

Hablo con una amiga en la barra de un bar, que es donde se arreglan las almas partidas por la mitad. Me cuenta que el principal problema tras su ruptura sentimental es encontrarse con el móvil a la noche, y esto lo dice como si el móvil tuviera dos piernas y anduviera por la casa cogiendo algo del frigorífico de la cocina, saliendo del baño después de una ducha o apareciera de repente en el salón. El problema, dice, es encontrarlo cuando regresas de la calle, cuando has bebido dos copas de más (pienso que esta noche podría ser potencialmente peligrosa), cuando te desvelas y te acuerdas de ese amor perdido y entonces quieres evitar mandar un mensaje o llamar y decir cuatro tonterías que entonces te parecen de vital importancia. Es el móvil el único vehículo directo a lo desconocido, a lo que ya no forma parte de tí. Y da igual que borres el número de teléfono, porque lo sabes de memoria, que apagues el móvil, porque sabes que acabarás encendiéndolo, o que lo dejes en silencio y lo escondas bajo la cama, porque recuerdas perfectamente donde está. Si tienes que llamar o mandar mensajes, al final terminas haciéndolo. Yo lo hago muy a menudo, insiste. Me lo cuenta como un drama, como un acto de cobardía que no sabe eludir.

Pero a mí, sin embargo, me parece un acto heroico. No hay nada más valiente que hablar desde la derrota, que manifestarse a sabiendas de que el triunfo se te fue de las manos y no volverás a paladear ese sabor, los verdaderos héroes son los que mandan mensajes porque sienten que ese amor frustrado merece unas palabras de más, lo fácil es decir "te quiero" cuando sabes que te quieren, gritar "me pierdo en tus ojos" cuando los tienes delante, y lo verdaderamente épico me resulta el desesperado brindis al sol de esta chica, ese sentimiento que ahoga al orgullo, la razón o lo políticamente correcto. Con dos detalles más de su historia, comprendo que he pasado a admirar a quién tengo delante. Me gustaría ser ella, pienso, pero no digo nada y la dejo contando su gran fracaso, aunque a mí parezca justo lo contrario.

El gran trapecista

Mientras el trapecista hacia un triple mortal de espaldas para satisfacción del respetable, el escritor escondido entre el público, que lo había dejado todo para escribir su próxima novela, pensaba que era un vulgar pirueta, nada más que fuegos de artificio.

domingo, 3 de julio de 2011

Alpha y Omega

Lo repito hasta la extenuación, la literatura es el origen y la solución de todos mis problemas. Si no fuera por ella (me gusta este tratamiento femenino), qué sería de mí este mes, escayolado y enclaustrado en casa. Bien pensado, es la mayor bendición posible. Me agarro al folio el blanco igual que un naúfrago que acaba de encontrar una tabla de madera. Pero del mismo modo, ¿no es la literatura la causante de mi eterna insatisfacción? ¿De que sueñe con otra vida, de que nada me plazca, de que todo me parezca insignificante? ¿Pero no dije que era, también, el motor de mis sueños y la única manera de vivirlos? ¿No es verdad que la vivo como un agujero negro en la boca de mi estómago? Esta ambivalencia me conduce, inevitablemente, a un mes lleno de contradicciones en el que voy a escribir mucho, pero a cambio tendré que enfrentar a todos mis "yoes". Se avecinan días de sol y muchos otros de tormenta.

viernes, 1 de julio de 2011

Operación

Me van a extirpar un amor,

pieza por pieza lo van a pervertir,

aguja en vientre

me coserán un abismo

al cardias,

me van a dormir las tretas

que lo hacían perdurar,

me van a anestesiar la válvula de salvamento.


Me van a reconstruir un dolor,

para dañar le darán las facultades,

para morir le negarán el sí,

le rociarán de mala uva

y le bendecirán su estirpe cancerígena.