Yo llevo un tiempo conviviendo con una sensación inversa, como si estuviera descubriendo una realidad que no es la mía. Siento que me importa mucho más el mundo a ochenta años vista que este puerco presente. De repente, tengo lentes de largo alcance: qué va a pasar con el cambio climático, me pregunto, ¿conseguiremos de una vez un mundo con mujeres y hombres en igualdad? ¿en qué estado están las cuentas de los ayuntamientos del sur? ¿qué será de la educación pública? Y me suceden cosas aún peores, ya no paso de página cuando la revista llega a la sección familia, mi casa parece otra donde hay demasiados picos donde tropezarse, me emociono con los vídeos de padres que regresan de la guerra, me preocupa la programación de dibujos de la tele, volvería al sur cada fin de semana. El mismo que no quería llegar a viejo senil, ahora no tendría reparos en mirar a los ojos a la eternidad.
Y no es de extrañar, llevas ya un año con nosotros.
*A mi sobrino Pablo
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