Hay días en los que llego a casa después de haber arreglado el mundo en los bares. La sociedad, la amistad, la familia, las parejas, todo cae en mis manos y sale en mejores condiciones que como lo encontré. Pero la cuestión no es esa, arreglar esto o aquello con simple palabrería, la cuestión es si voy a saber arreglarme a mí mismo, ordenarme, ilusionarme, creerme. Y eso ya no es tarea tan sencilla.
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