domingo, 20 de noviembre de 2011

Las habitaciones de arriba

Mi madre me manda un email y me habla de los viejos tiempos, pisando ese terreno donde siempre me he sentido incómodo, como si nunca dejara de deberle algo al pasado. Comenta el sentimiento que le da visitar las habitaciones de arriba y verlas vacías, y compararlas con lo que tiene en su película. Rebobina y le da nostalgia, dice. Nos ve a mi hermano y a mí jugando a la pelota, o montar en bici y quisiera quedarse siempre así, a nuestro lado, feliz de vernos crecer y ahora se da cuenta de que el tiempo ha pasado y que vive otra época completamente diferente. Me gustaría encontrar la forma de consolarle esa melancolía, pero a decir verdad, no soy capaz. Básicamente porque somos más parecidos de lo que ella cree, pese a que piense que, para mí, está hablando de nimiedades. Y no, a mí me gustaría también estar tirándole un chut a mi hermano o cogiendo esa bicicleta BX, que era de las baratas pero a mí me parecía la mejor del mundo. Daría mucho por volver a la primera vez que vi esas habitaciones vacías. Lo recuerdo como si fuera ayer. Era un crío y las veía enormes, el lugar perfecto para establecer mi santuario. Lo ha sido durante muchos años. Ahora nos hemos ido y en esas habitaciones solo dejamos la mancha del recuerdo. Me parece una trampa, casi una traición a lo que quiso fundar ahí mi madre, una dinastía que venciera el paso del tiempo. Y el tiempo es el que ha pasado sobre nosotros, vertiginoso, dejando rescoldos sobre los que poder consolarnos. Así que contesto al email y le hablo a mi madre de cómo están las cosas por aquí y no le comento apenas nada de esa herida que se le abre. Le hablo de cosas alegres, de proyectos, de ilusiones, de alguien que no tiene mucho que ver con ese crío que ella añora. Y los dos seguimos a lo nuestro, hablando pero sin decir nada, comprendiendo que lo único que pasa y que no puede convertirse en un problema, es la vida.

3 comentarios:

  1. Me pasa eso, que a veces me siento un traidor. No solo con madre, también con mis queridísimos amigos de Jerez.

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  2. Este texto me encantó Javi. Es muy bello, hay mucha nostalgia, pero es la vida misma. Y si me permitís una cursilería: uno es feliz, si los hijos lo son. Que la culpa no te agobie, que la traición no es alejarse físicamente.

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