Hay mecanismos de tortura que no se ven. Están implícitos en las buenas formas, en el correcto comportamiento. A veces me dan ganas de quitarme la máscara y vaciar el filtro de mis pensamientos impuros. Dejar todo ese mal libre, el odio y el rencor volando hasta quedar difuminados como si no hubiesen sido nada. Me gustaría marchar a la montaña y oxigenarme, pero fuera llueve y la ciudad se empeña en sus técnicas de opresión. Y yo me estoy ahogando en vida vacío de libertades.
lunes, 24 de octubre de 2011
Una manera de matar a un bicho
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