miércoles, 30 de septiembre de 2015

La belleza

De pequeño, sentía la belleza como algo idílico e inalcanzable. Eran bellas y bellos unos pocos nada más. Sólo por ser así, ya merecían mis respeto. Jugaban en otra liga. Ahora, veo la belleza en casi todas partes. Salgo de casa, y cuando ese hombre baja la cuesta de casa con sus dos hijos cogidos de la mano, ya veo la belleza. Llego al bar a desayunar y veo hermoso ese café junto a la tostada, el humo que desprende y el aroma que me invade los pulmones. Luego, cuando vuelvo a casa, miro las fotos en facebook de mis amigos más veteranos, con sus selfies desenfocados o sus fotografías de andar por casa y los veos a todos envidiablemente guapos. Ese tiempo que en su piel refleja la vida, esa mirada sabia, esa sonrisa que no entiende de prejuicios... me fascinan. Sin embargo, los anuncios de la televisión, las revistas o las celebridades de Internet, esos tíos y tías buenas, nada tienen que ver conmigo y no me interesan en absoluto. Os lo juro, me importa una mierda esa belleza. Palabrita del niño Jesús.