miércoles, 29 de mayo de 2013

Niños jugando en la piscina

De pequeños, hermano, no sé si recuerdas, en la piscina siempre jugábamos a lo mismo. Se trataba de introducirnos bajo el agua y aguantar sumergidos el máximo tiempo posible, a ver quién salía más tarde. La práctica era temeraria, ya que solíamos hacerlo en la piscina de los adultos, que nos cubría por completo. Pero, aún así, confiábamos ciegamente en nuestra capacidad pulmonar y cada vez que emergíamos, encontrábamos un cuadro diferente, más para mí, incapaz de abrir los ojos debajo del agua. ¿Habría ganado yo o, por el contrario, me habrías derrotado? La práctica incorporaba cierta incertidumbre, ¿y si habíamos tentado en demasía a la suerte? Por fortuna, nunca sucedió nada extraño (salvo que unas veces ganábamos y otras perdíamos), quizás debido a nuestra propia inconsciencia, así que terminamos teniendo una fe inquebrantable el uno en el otro. Será por eso que, ahora que vivimos cada uno en una ciudad y hemos alcanzado la treintena como adolescentes que olvidan el fin de una etapa,  pienso que pese al temporal y que las aguas vengan turbias, saldremos siempre a la superficie. Y si no, tranquilo, te estaré vigilando.



 
* Texto que formará parte de la exposición "La Barcelona Vintage", de Juan R. Gamero, autor de la fantástica web www.rumorismotravel.com . Podrás ver la cartelería vintage y postales a partir del 1 de Mayo en la librería Altair de Barcelona. Esta "carta" figurará justo detrás de la postal que contiene la imagen que podéis ver en esta misma entrada.
* Otros escritores que participan: Jorge Carrión, Jordi Corominas o Miqui Otero. 

martes, 21 de mayo de 2013

Un mundo para Ian

Aquí, las cosas no han ido mucho mejor. Ian se pasa los días frente al espejo. En su habitación, sólo hemos dejado una cama, ropa limpia para que pueda cambiarse y un par de bandejas diarias con comida y cigarrillos, que luego encontramos abandonadas de cualquier manera en un rincón. Cuando deja la puerta abierta suele estar dormido contra la pared (a veces parece que haya vuelto a morir), o ensayando sus pasos de baile. Nosotros pasamos sólo para hacerle la estancia más fácil. Luego, nos retiramos sin molestar. Y ahí es cuando lo vemos quebrarse porque el amor lo desgarra, incapacitándole para amarse o amar, como un muñeco en manos de la locura. Extraño es el día en que lo ves fumar sentado en la silla o mirando hacia el infinito a través de la ventana. Actúa como si no estuviera esperándole un mundo a su medida. Será por eso que la luz le interesa poco o nada y, mientras la música suena sólo en su cabeza, se atusa el flequillo y sigue contorsionándose, creando los pasos de baile que le dirijan hacia una paz imposible.


Relato incluido en la revista Obituario Magazine, cuyo primer número homenajea al líder de Joy Division, Ian Curtis.