viernes, 22 de febrero de 2013

La antropomorfosis

Cuando la cucaracha despertó, después de un sueño tranquilo, hallóse convertida en un hermoso ser humano. Dormía de lado, lo que nunca antes había hecho. Acostumbraba a dormir de espaldas o bocabajo, por lo que esta postura le resultaba una auténtica novedad. Se sentía extraordinariamente bien, de repente, como si fuera capaz de todo. Pudo ver por la ventana cómo, pese a la lluvia, todas las cucarachas volaban ordenadas hacia sus respectivos puestos de trabajo. “Dios mío, si he de ir andando, ¿podré llegar a mi hora?”.

Desde su habitación, escuchaba el temprano zumbido de sus padres trasteando por la cocina, e imaginaba cómo iban a regañarle cuando le vieran con esas pintas. Peor aún sería en el trabajo, cuando apareciera así de incapaz, o en el grupo de amigos, donde se convertiría en un auténtico hazmerreír. ¡Qué desdicha ser hoy un ser humano! De nada le serviría tener tanta fuerza si no sabía dónde dirigirla. Y más le valía ser fuerte pues la vida iba a tornarse más dura que nunca ahora, que vivía siendo hombre viviendo en un mundo de cucarachas. 


*Basado en un tweet de Halura

martes, 19 de febrero de 2013

El antihéroe

Poco a poco, surgiendo como un mioma mudo, creciendo como un rumor insoslayable y cogiendo peso hasta volverse una certeza universal, el héroe fue sintiéndose atraído por su archienemiga hasta el punto de no querer revocar sus planes.

Sería la rivalidad que los enfrentaba, que sumaba capítulos alimentando la mística de sus enfrentamientos, quizás lo rocambolesco de las argucias a las que prestaba oposición o puede que se tratara de la perseverancia que exhibía, sí, de los nuevos y perversos planes que llevaba a cabo pese a haber fracasado en todos los anteriores, no sabía, el caso es que ya le parecía suficiente; por una vez, su archienemiga merecía la victoria.

Si al final, ¿cuál era su objetivo? ¿Enriquecerse? ¿Dar un golpe a una sucursal bancaria o robarle las joyas a uno de esos ricos de la zona alta? ¿Era para tanto todo aquello? Ella había tenido una infancia dura, esa era la verdad. Y en el fondo no hacía más que sustraerles la bilis a los poderosos, reajustar la riqueza de una ciudad mísera y contradictoria. ¿Merecía la pena estar defendiendo ese mundo?

Quizás pudiera dejar de fingir que no lograba deshacerse de las cadenas que intentaban apresarlo, levantarse de la silla y proponerle un pacto: tú y yo, ahora y a mi manera, y verás cómo vas a ser feliz. Sería un caso y un caos, el regalo definitivo para los periódicos. Pero cuánta gente no se ha dejado gobernar por la pasión, cuántos no han rectificado su rumbo en pos de una vida mejor, ¿acaso un héroe no tiene derecho a algo así?

martes, 12 de febrero de 2013

El neodestruccionismo ilustrado

El partido neodestruccionista por fin se alzó con el poder, aunque fuera en una sola población. Allí se fueron estableciendo sus votantes poco a poco antes de las elecciones y, a la hora de la verdad, eso fue lo que les dio la victoria. Su masa social derivaba de la enésima mutación de los movimientos de la calle, por fin autorizados para creer en algo. Y ese algo no era otra cosa que destruirlo todo. Sus dirigentes aseguraban que sus abuelos, sus padres y ellos mismos se habían pasado la vida construyendo un sistema que luego terminó por devorarlos. Ahora, más viejos, más pobres y también más miserables, sólo querían tomarse la venganza de vivir consumiendo lo que generaban. El portavoz del partido declaró en un clima de visible euforia que iban a cumplir uno a uno los puntos de su programa electoral, y que a partir de entonces se desmarcaban de aquellos que pensaban en el mañana. Ni bancos, ni nuevas tecnologías, ni medio ambiente, ni prometedoras construcciones, sólo gobernarían pensando en quiénes estuvieran dispuestos a vivir en presente continuo y un futuro sin futuro. Es lo que hasta ahora hemos estado haciendo, dijo entusiasmado, sólo que ahora vamos a hacerlo bien.