martes, 15 de mayo de 2012

El Templario, diez años después. Psicólogo social


José Ignacio Haro
Psicólogo social
49 años 
Febrero de 2022

Yo creo que al Templario no lo conocía nadie. Ni siquiera él mismo. Creo que de alguna manera se fue descubriendo a partir de su propia locura.
Y eso que su locura no fue más que el reflejo de la cordura, de las cosas bien hechas, pero las cosas bien hechas se habían convertido en un imposible. Usted fíjese bien en que cuándo apareció una cosa así, una especie de símbolo del desespero, Jerez era una ciudad imposible. Imposible de gobernar porque los gobernantes habían creado un engendro que se devoraba a sí mismo. Imposible de rectificar. Imposible de revivir. Imposible de soportar.
Estábamos tan acostumbrados a la imposibilidad de hacer cosas que cualquier logro lo considerábamos un acto heroico. En la ciudad de los ciegos, ya sabe, el tuerto es el rey. El Templario aceptó el peso de una tradición mezquina y la cargó sobre sí mismo.
El problema es que la gente no conocía bien los porqués del desastre que asolaba la ciudad porque no tenían porqué entender de macroeconomía, de deudas y créditos, de gobernantes irresponsables y de leyes de construcción y deconstrucción. Y los gobernantes, por su parte, no eran capaces de asumir responsabilidades. No era nada fuera de lo normal, nunca nadie lo había hecho en la historia política reciente. ¿Admitir las culpas, los errores, el fracaso social? ¿Por qué iban ellos a hacerlo? Al final, era una bola de nieve colina abajo. Había una asumida conciencia del fracaso.
El Templario fue actuando emitiendo respuestas pero sin hacerse preguntas a sí mismo. Y de alguna manera, fue despertando un positivismo inaudito entre los habitantes. Se esforzaba tanto en mejorar lo que veía que no tenía tiempo de mirarse. Creo que muchas de sus actuaciones fueron improvisadas, solo que como improvisador tenía una capacidad innata, por encima de todos los demás.



¿Cuál fue su mejor actuación?


La modernización del cine Jerezano, sin duda.
Una inyección en plena arteria aorta de la ciudad. El cine Jerezano es y ha sido un símbolo de de la ciudad. El nuevo orden de las cosas condujo a su abandono y el abandono del cine Jerezano tuvo mucho de espejo con el abandono de Jerez. Al mismo tiempo que sus fachadas se llenaban de mugre, Jerez se pudría por dentro. La falsa promesa de la modernidad se había tragado uno de eso símbolos que debieran siempre mantenerse.
Era necesario algo así. Sospecho que se trataba de un golpe elaborado mucho tiempo atrás, más del que al principio le concedieron las investigaciones. Hablaba antes de la improvisación del Templario y es cierto que en muchas acciones improvisó, pero en ésta no, fue un plan preconcebido y perfectamente diseñado. Supongo que alguien diría: “Vamos a restituir símbolos”. Y así fue. La convocatoria por redes sociales, esos videos que anunciaban algo grande en la plaza San Andrés, el hecho de que fuera el primer gran impacto público de la marca y de la figura templaria, el escudo como llamamiento a la protección social, el discurso desde la azotea, la posterior huída...
Cabe preguntarse por qué nadie sospechó siquiera de la que se estaba montando. Seguramente porque la clase política andaba siempre mirándose el ombligo y no sabía que otro mundo se estaba organizando ahí afuera. Las fuerzas policiales andaban de huelga y preocupadas por asuntos relativos a sus nómicas y claro, en el desconcierto resultaba más fácil moverse. En ese sentido, les estaba bien merecido. Por más que corría la liebre, no conseguía atrapar al ratón. Y el Templario se convirtió en un ratón con muy mala idea.
Sí, lo del Jerezano fue su mejor golpe.

¿Quién era?


No se han puesto de acuerdo ni los periodistas, imagínate yo. Pienso que era alguien con un enorme afán por hacer cosas. Alguien que en círculos sociales probablemente fuera una persona solitaria, observadora y con tendencia al escapismo. Seguro que en su foro interno le vibraba el nervio cuando escuchaba determinadas noticias. Y le disgustaba tanto lo que estaba viviendo que no encontró más refugio que organizar un plan de acción. Probablemente, el Templario equilibraba su personalidad a través de su alter ego. Sería reservado e individualista como persona y extrovertido y aglutinador como símbolo. Y desde luego, era alguien que supo atar muy bien la incógnita respecto a su verdadera identidad.
Para ello, tuvo que hacer una red de contactos importantes. Tratar con políticos, jueces, policías. Muchos de ellos, hay que recordar, suponen todo lo que el Templario criticaba. No tuvo que ser fácil, debió entablar relaciones solo con quiénes creían en una mejora del sistema y eso conllevaba un trabajo de filtrado enorme. Negoció con sus enemigos sin tratarlos como tales. El que la propia vanidad humana enfocara muchas veces de mala manera determinados puestos de trabajo, no era motivo para universalizar esos casos. Aún quedaban políticos honrados, jueces imparciales y policías al servicio de la comunidad. Él no tomó la parte por el todo y eso le trajo grandes réditos. Y luego no dudó en aprovecharse de ello.



¿Qué crees que ha sido del Templario?


Pues que, de alguna manera, su destino no le pertenece y es algo que decidirá la sociedad. Hemos de saber gestionar ese legado. Es innegable que su espíritu contagió a mucha gente. Fíjate, llevamos diez años hablando de él.

4 comentarios:

  1. Quiero que llegue el año 2022 sólo para ver la modernización del cine jerezano ^_^ A saber qué más cosas irá a hacer un personaje así. Iré siguiendo la pista.

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  2. En teoría lo hizo en 2012, solo que se habla de él diez años después. O sea, que puede estar haciéndolo ahora mismo. Y mola, pensar que hay alguien que salvaguarda la esperanza, el deseo de mejora. Besito Ali :*

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  3. Está genial, Javi! La idea es cojonuda. Sigo esto de cerca. Un abrazo!

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  4. A ver qué sacamos de esto César. Con que se pueda reflexionar y, de alguna manera, mandar un mensaje de optimismo, estamos contentos. Incluso acabar el proyecto ya es un reto muy muy difícil.

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