viernes, 11 de enero de 2013
Confesión
No sé ni para qué te hablo si ya he renunciado a ti. Pero
vivo como todos esos gays y lesbianas que se meten en un armario sin querer
salir, y para mí es un armario de hormigón, imposible de abrir por ningún lado.
Porque ahora vete tú a todos esos fieles y diles que no existe su Dios, ni el
nuestro, ni el de los otros ni el de nadie, que todo ha sido una manipulación de
la que hemos sido víctimas desde que abrimos los ojos en este maldito mundo, y
por fin te has dado cuenta. Otro lavado de cerebro más, como la publicidad,
como las guerras, como la patria misma... ay, si al final sólo importa la vida,
esta única vida. Ahora diles que quieres pasear las calles como si nada hubiera
pasado, tomando cerveza y mirando a las mujeres deseoso de tocarlas, ignorando
las confesiones que te dijeron al oído y los secretos de alcoba de cada casa
vecinal, contradiciendo tus propios consejos. No, de momento no puedo decirles
que todo eso ha cambiado, me mirarían de forma inquisidora. No puedo
confesarles que parto el cuerpo de su Dios sin la menor pasión, que lo reparto
como el que reparte el pan y nada más que eso, que en el fondo, ahora los trato
con más misericordia que nunca.
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