El manifestante, movido nuevamente por la pasión del ideal,
miraba a su compañera activista agolpada entre la multitud, a sus ojos rojos, a
su piel desafiando al frío y a su sonrisa protestona, y se preguntaba si no era
hora ya de radicalizar su protesta, sino debía cambiar el “fuera presidente” por el “fuera
pretendientes”, el “no a los
desahucios” por el “no a mi desahucio”,
el “por una educación pública” por el
“por tu educación púbica”, el “con las trabajadoras de Acasa” por el “con que te vengas a casa”, si así, transformando una a
una cada pancarta a través de un discurso único, el discurso del
amor, sería por fin capaz de cambiarlo todo.
Lo he vuelto a leer Javi, y te digo que es un texto fantástico. "Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único..."
ResponderEliminarAbrazo fuerte!!!