La transcripción de la declaración
de Bárcenas contiene conversaciones que ridiculizarían el 95% de las
películas de mafiosos.
Imágenes realmente impactantes, que dejan la ficción en un
burdo remedo de la realidad: Rajoy y Cospedal recibiendo 25 mil euros en
billetes de 500. Cospedal trabajando en un despacho contiguo a Bárcenas, codo a
codo, como grandes amigos. Las entregas en persona a puerta cerrada de los sobres,
el dinero desviado a Libertad Digital para financiar su propios medios, el
presidente o secretario general del partido "captando" nuevos
donantes en reuniones, convenciones o actos públicos, el dinero pagado a las
familias víctimas del terrorismo con el "presupuesto" de la
contabilidad B, los desvíos hacia las candidaturas populares en diversos puntos
de España, los donativos ingentes y fuera de lugar de las constructoras que,
oh, sorpresa, luego conseguían las licitaciones públicas, la estudiada ausencias
de firmas en las entregas en negro y ese J.M. que nadie quiere desvelar de quién
se trata (ni siquiera el propio Bárcenas).
Si todo es mentira, como dice el PP y sus periódicos afines,
Bárcenas tendría en sus manos un talento grandioso, superaría a David Simons,
Chase y Coppola como creadores y se establecería en el Olimpo con la mejor obra
de ficción en torno a la mafia organizada. Ésta, la trama española que gira en
torno al PP, la más cutre y realista que jamás se ha realizado, con la única
pega de que los personajes no tienen ningún tipo de carisma, son planos como
ellos solos. Gente mala que ansía dinero y poder, y que, por otro lado, se
ejemplifican como dueños de la moral y las buenas costumbres. La clásica
dualidad de quiénes son malos por naturaleza. Pero no habría en ellos drama
interno, ni evolución psicológica ni la búsqueda de un Ítaca personal ni nada
con lo que pudieran competir con Tony Soprano o Don Corleone.
No hay más ciego que el que no quiere ver en el caso
Bárcenas, solo que en un país donde la militancia de derechas parecen muertos
vivientes persiguiendo un trozo de carne, la justicia está politizada al punto
de que el juez y su puesto de empleo dependen de las decisiones del partido
corrupto y la oposición mira hacia otro lado al tiempo que desprende un tufo parecido
al que emiten sus (no tan) rivales políticos,
no pasará absolutamente nada. Por eso el ciudadano se siente indefenso,
apaleado, desesperado de pedir justicia y obtener catástrofes, y por eso
termina autoexcluyéndose, como un loco infeliz que, en una esquina del
manicomio, fantasea con otra idea del mundo.
fenomenal, me encantó, por eso soy una loca, porque mi idea de un mundo mas justo, me hace estar en ese manicomio y no quiero salir de él
ResponderEliminarCelebro que te guste :-) Ojalá fuéramos más los locos, al menos, los suficientes como para reducir a los Bárcenas, Rajoy y cía. a la mínima expresión. Saludos.
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