miércoles, 7 de diciembre de 2011

Amor de piedra

La gárgola, enamorada como estaba de la guía que hacía los tours alrededor de la catedral, dejó de achicar agua y comenzó una mañana a recitar poemas a la hora de la visita. Aunque tardaron en acostumbrarse al timbre gutural de su voz, la gente fue reuniéndose a su alrededor presos de una sana costumbre. La guía, a la hora de presentarlo, solía apoyarse en el muro y podía la gárgola aspirar fuerte y sentir su aroma, casi acariciar su pelo. Intentaba conquistarla con cada verso robado a la arquitectura oral de la calle, pero ella parecía tomarlo como algo universal. A veces, sentía la tentación de agarrarla y salir volando, los dos juntos bajo el batir de sus alas de piedra. Pero no sabía si era el amor o su propia naturaleza, siempre acababa como estaba, petrificada, sin poder mover una pestaña.

1 comentario:

  1. La gárgola enamorada de una guía. Esto es el oficio de escribir. Muy bueno.

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