domingo, 5 de febrero de 2012

El ángel caído

El arcángel sabía que nunca iba a llegar a ángel y dejó otra vez su guardia infiltrándose entre la gente y ocultando sus alas bajo una gabardina de silencio. Se presentía tan humano como el que más y llevaba tiempo renegando de su condición jerárquica. No era para menos, le tentaba el amor de aquella bailarina de stripteases, tan frágil y obligada a cumplir su aciago destino que seguro ansiaba un rescate heroico, alguien que pudiera indultar su condena. Así acudía noche tras noche a la barra del pub y, mientras la veía bailar su danza del demonio, se cuestionaba si el cielo no estaría en el rojo fuego de sus labios, en su cuero negro, en su mirada perdida o en los besos que fuera capaz de dar, si no era absurdo todo ese orden celestial en el que andaba involucrado, si no habría estado equivocado durante tanto, tanto tiempo.

3 comentarios:

  1. El paraíso suele estar en lugares que nos contaron era el infierno.
    Había una vez un arcángel tan bello y tan perfecto, que quiso superar al mismísimo Dios, éste no lo pudo tolerar y lo degradó convirtiéndolo en Lucifer. Esto me contaron las monjas que fueron mis maestras; me costó muchos años superar tantas mentiras, aún tengo secuelas. Pero esto es otra historia, que tu hermoso relato me hizo recordar.
    Quiero que vuelva Ascen.

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  2. A mí, por esa moda tan universal que tenemos de clasificar entre buenos y malos, ahora me interesan los grises. Los que están un poco en la mitad de todo. Ni ángeles ni demonios.

    A Ascen, me temo, habrá que esperarla como se espera a los artistas de verdad, cuando le venga la inspiración. :)

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    1. Es verdad Javi, lo más justo es tratar de ver los grises. El maniqueísmo es erróneo, pero te confieso que a veces me cuesta, sobre todo con ciertas acciones humanas, no puedo verle ningún matiz positivo.

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