domingo, 23 de octubre de 2011

Las líneas malditas

Hoy es de esos días que fantaseo con lo que hubiera sido mi vida en Jerez. Será que el domingo me consume o que acabo de llegar a la fase depresiva de la resaca y eso me conduce a la nostalgia y de ahí a mis raíces, el único lugar del mundo donde me siento cien por cien seguro. En la gran ciudad todo te hace sentir minúsculo, excepcionalmente pequeño. Imagino qué hubiera sido de mí de no haber vivido fuera durante cinco años. Los mismos que una carrera; la carrera de la vida, supongo. Imagino que tendría empleo, algo social seguramente, y que habría encontrado mi sitio en cualquier lugar y allí echado el ancla. Digo yo. O estaría como el treinta por ciento de la población, parada. Pero puestos a imaginar, mejor la primera opción. Imagino también que viviría aún en casa, esa casa que sigo llamando así sea dónde sea el lugar donde verdaderamente estoy viviendo. Mi casa está en Jerez. Es de mis padres, pero también mía. Ellos siempre lo han querido así y se me antoja una ofensa no considerarla como quieren que la considere. En fin, con trabajo y en casa. Los amigos serían los mismos, pero puede que me quisieran más por eso de que el roce hace el cariño, y estaríamos llenos de cebaduras. Y si tuviera novia, seguro que se acercaría a ese ideal que me hice siendo un niño y del que ya no queda nada, una novia de las de toda la vida. De esas que miras y sabes ya que está pensando. De esas que te devuelve la mirada y en realidad te está leyendo el pensamiento. Que te conoce tanto que incluso después de haberte conocido, te quiere. De esas. Y también estaría escribiendo como un loco. Quizás no tan regular ni con tanta ambición, pero escribiendo. Quizás no con los mismos recursos, ni con todo lo que aprendí estos años, pero escribiendo. Quizás no existiría ni el blog ni los relatos ni las novelas ni nada de eso, pero igual seguiría escribiendo. Y quizás, también, esa sea la condena que me hace imaginar todo esto ahora, la pasión por juntar palabras, el cosquilleo maldito que aparece a la mañana y no se va hasta que reviso la últimade las líneas que estoy escribiendo.

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